Hay imágenes que parecen haber sido hechas para escribir la Historia. Tan increíbles, tan puntuales, tan sorprendentemente oportunas, que acaban sembrando un poso de duda en el atónito espectador. Esta es, también, una de ellas. Una fotografía de 1961 capta el preciso momento en el que el soldado de la RDA Hans Conrad Shumann, echa a correr para saltar un Muro de Berlín que, tras tres días de trabajo, era apenas todavía una alambrada de espino... ¿Qué pasó? ¿Logró cruzar? ¿Había alguien esperándolo? ¿Cómo es posible que hubiera dos cámaras registrando el momento? ¿Qué fue de nuestro soldado, tras el histórico retrato?
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Fotografía de Peter Leibing, 1961 |
Conrad Schumann era un soldado de la RDA. Había nacido en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, en lo que luego sería la Alemania comunista. Sin embargo, sin saberlo, su imagen saltando la alambrada acabaría siendo usada precisamente como un icono del capitalismo: porque nada vendía más y mejor el fracaso del comunismo que un soldado comunista desertando... aunque él sólo persiguiera el humilde propósito de sentirse libre de elegir.
Era un 15 de agosto de 1961 y hacía tres días que la Alemania comunista había comenzado a dividir Berlín con una pared. Para los occidentales era el muro de la vergüenza; para los del Este, el muro que contendría el avance del fascismo y el capitalismo. Pero con sólo 19 años, me temo que Conrad no tragó, y simplemente eligió poder elegir. Todavía poco antes de su muerte temblaba al recordar las emociones que sintió agolparse en aquellos minutos de tensa espera: "la angustia, la mente en blanco, obsesionada con un sólo pensamiento, no morir allí, corriendo"... mientras aguardaba el momento propicio.
Al fotógrafo alguien le dio un soplo... La policía de Berlín Oeste sabía que un soldado pensaba desertar, así que lo animaron y se ofrecieron a ayudarle, acercando un coche al muro para recogerlo. Eso explica la instantánea. Eso explica que en el momento de la huida alguien estuviera, objetivo en mano, esperando capturar una imagen que iba a dar la vuelta al mundo. Pero os preguntaréis por qué fue solo esta la que se hizo famosa, y no la que disparó el fotógrafo que sale también retratado. La respuesta es que este no sostenía una cámara fotográfica, sino de vídeo. A alguien le interesaba mucho documentar el momento. Y aquí está lo que aquel hombre vuelto de espaldas vio, en aquel preciso momento, a través del visor de su cámara:
Conrad logró cruzar, pero a costa de cortar todos los lazos con el pasado: familia, amigos, trabajo... Durante años, ya casado e instalado en la Alemania del Oeste, recibió cartas de sus padres pidiéndole que regresara. Tras la caída del Muro, supo que eran escritas al dictado de la Stasi, el servicio de Inteligencia de la Alemania comunista. Pero de algún modo, esa fotografía, como en la novela El pintor de batallas, fue su ruína. Su familia y entorno jamás volvieron a acogerlo igual. Y la fama de la foto lo convirtió en un icono que él no quería ser. Por eso quizá, en una de sus últimas entrevistas aseguraba que solo cuando el Muro cayó comenzó a sentirse realmente libre.
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Reproducción de la carrera del soldado hacia el Muro, en Berlín |
Y tal vez también por eso, por la duda, la presión o la culpa, acabó suicidándose en el año 1998. Treinta y siete años después de aquel salto... que en realidad no era más que la carrera de un chico hacia su libertad. Una carrera que en Berlín creen que sigue mereciendo la pena honrar y recordar. Y aquí también.
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